Archive for junio 15, 2007
Soporte emocional del niño hospitalizado
Introducción
No obstante, los grandes avances tecnológicos modernos, la atención del niño hospitalizado se ha centrado fundamentalmente en curar su enfermedad física con fármacos u operaciones quirúrgicas, sin preocuparse de los aspectos psicosomáticos. La atención ha sido dirigida a los órganos afectados y al proceso patológico, llegando al punto de fragmentar al niño en un grupo de órganos y de sistemas, olvidando por completo de considerarlo como una integridad.
Por otro lado, se ha dado prioridad a que las instalaciones hospitalarias y los tratamientos fueran cómodos para el personal hospitalario, olvidando el sufrimiento y la angustia generada en los niños internados.
Todavía existe una fuerte tendencia a emplear los “métodos adultos” de la rutina hospitalaria. Los reglamentos hospitalarios estrictos y restrictivos obligan al personal sanitario a tratar al niño como si fuese un “adulto pequeño”, olvidando que el paciente pediátrico posee necesidades que son muy distintas a aquellas de los adultos.
El impacto psicológico de la enfermedad y la subsiguiente hospitalización tiene, primordial importancia, porque, podría tener una influencia significativa en el desarrollo emocional ulterior del niño y favorecer actitudes negativas hacia los servicios de salud.
Para el niño como protagonista, la experiencia hospitalaria es generadora de gran ansiedad, angustia, sufrimiento y posiblemente trauma psíquico. La inmadurez y la limitada capacidad de adaptación del niño a enorme número de factores exógenos y endógenos del ambiente hospitalario, lo pone en franca desventaja frente al paciente adulto.
Psicooncología pediátrica
Introducción
El cáncer infantil constituye un grupo heterogéneo de enfermedades con etiología, tratamiento y pronóstico diferente. El diagnóstico de cáncer puede significar el enfrentamiento con una muerte inminente; de hecho, el cáncer sigue siendo la segunda causa de muerte en la infancia en los países desarrollados, después de los accidentes. Sin embargo, gracias a los avances de los tratamientos, las expectativas de vida son mayores con lo que, cada vez más, el diagnóstico de cáncer se equipara al sufrimiento de una enfermedad crónica de carácter amenazante para la vida a la que la familia y el pequeño paciente deberán enfrentarse durante un periodo indeterminado de tiempo. La amenaza de muerte y la incertidumbre de la supervivencia son centrales a la hora de abordar el problema del cáncer y lo hacen diferente de otras enfermedades crónicas, que no tienen un desenlace fatal.
Los profesionales que tratan estos pacientes se ven también obligados a enfrentarse a estas cuestiones: la incertidumbre en el éxito del tratamiento y el acompañamiento de la familia durante un largo proceso. En otras ocasiones es el cuidado de un niño terminal, en los hospitales donde no hay oncología pediátrica, lo que genera una enorme angustia en los profesionales encargados de los cuidados paliativos.
La enfermedad se desarrolla, además, en el seno de una familia en la que cada miembro de la misma deberá realizar su propia adaptación a la enfermedad y ajustarse a los cambios en el funcionamiento familiar que ésta exige en sus distintas etapas.
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